Exposición temporal de la artista Gentz del Valle en la Sala Menchu Gal de Irún en mayo de 2019
PERSÉFONE NO HABLA. ENTREVISTA A GENTZ DEL VALLE
María José Aranzasti
Gentz del Valle a través de sus obras de la exposición Perséfone no habla –fotografías, dibujos, instalaciones y esculturas– nos presenta una personal mirada en torno al arte, a la política y al feminismo. Hay que subrayar que el trabajo artístico de Gentz discurre siempre por la indagación y la identidad de lo débil, de lo femenino, dentro de una naturaleza que ahora está gravemente herida. Con la exposición Perséfone no habla la artista vuelve a sumergirse en la mitología y en los símbolos, y vuelve a interesarse, como siempre lo ha hecho, por la figura femenina con sus metáforas y misterios. Notificamos, una vez más, que el arte se convierte en una puerta abierta a entrar en conexión de forma más directa con todos los problemas que nos acucian en este mundo contemporáneo tan complejo.
Perséfone no habla, el título tan sugerente de esta exposición, nos remite directamente a la mitología griega, a la hija de Zeus y Deméter a quien Hades rapta y la obliga a casarse con él. ¿Cuál es la motivación que te ha llevado a elegir ese título tan específico?
El título es una pequeña clave para introducir este trabajo y lo acompaño de un breve texto. Perséfone es una de las imágenes de lo femenino, después de ser reinterpretada por la mitología patriarcal. Hace referencia, evidentemente, a una forma de comunicar, a una forma de pensar y de interpretar las imágenes como ideas muy encarnadas en nuestro inconsciente cultural.
Adentrándonos en tu obra se encuentran siempre elementos recurrentes: la naturaleza en múltiples representaciones y variantes, el agua, diferentes velos y flecos, el paisaje… tal como podemos apreciar en las piezas Irradiaciones I y II, Travesías I y II, Pozo, Vehículo I, Interlocutores…
La naturaleza es un referente habitual en mi trabajo. Los elementos vegetales, formaciones orgánicas, hilos colgantes, velos, flecos, pelo, etc., todos esos elementos carecen de una estructura demasiado sólida. Por ejemplo, el agua aparece a menudo en mi trabajo, como un elemento que es dinámico, fluye, no tiene una estructura fija, y puede asumir los tres estados: solido, líquido y gaseoso, lo cual representa una forma de ser nada lineal ni estable. Los significados y las connotaciones de los elementos actúan implícitamente en las imágenes, aunque éstos están definidos o limitados por las interpretaciones que hemos heredado, ya que tengo claro que no podemos ir más allá del sistema cultural en el que estamos, salvo que nos hagamos conscientes de sus raíces, del origen de su naturaleza.
Abismo
¿Y las montañas, que siempre han tenido una gran presencia en tus exposiciones?
Esta exposición comenzó a desenvolverse desde la imagen que ocupa el fondo de la sala grande. La obra Abismo nos pone frente al juego de espejos de nuestra civilización, la más destructiva hasta la fecha, y nos obliga a mirar en su reflejo, como un espacio que nos aboca al vértigo del límite, al cual estamos forzando al entorno y a nosotros mismos.
Esta exposición gira en torno a un viaje. Este viaje aparece en la sala grande desde el punto de vista de una artista a la que le ha tocado vivir esta época y que recurre a los restos de formas de relación con el mundo de los que sólo le han llegado reminiscencias, débiles huellas, frente a una idea civilizatoria brutal, agresivamente destructiva. En esta sala aparecen imágenes del viaje (Travesía I y II) y de los pertrechos para llevarlo a cabo (Vehículo I, II y III), todos ellos manifestándose como vulnerables, frágiles y de dudosa efectividad. Las travesías dan paso a la sala pequeña, donde debería estar la respuesta, pero ésta aparece a su vez fracturada, agredida, en peligro, desvirtuada. Los bosques son en realidad plantaciones, a menudo plagadas de enfermedades provocadas por nosotros mismos, lo salvaje apenas puede sobrevivir en los márgenes cada vez más estrechos de nuestro imperio civilizatorio. Las piezas de esta sala pequeña así lo indican. Olvidamos que todo lo que hacemos al mundo nos lo hacemos a nosotros mismos, aunque nos creamos a salvo. Nosotros somos naturaleza pero nos hemos contado una historia de dominio y depredación, de supremacía y separación. Y nos la hemos creído. Ése es el problema.
Travesía I
Dibujos, instalaciones, fotografías, telas, esculturas… diversidad y multidisciplinaridad, unas constantes en toda tu trayectoria artística, en la que construyes imágenes muy potentes.
Lo que yo hago en mi trabajo artístico no pretendo que se atenga a ninguna denominación artística concreta. Las divisiones entre las artes terminaron hace ya demasiado y yo trabajo con lo que las ideas me piden y, sinceramente, creo que todo lo que hacemos actualmente está más allá de las antiguas clasificaciones de los géneros artísticos, por mucho que a día de hoy se sigan utilizando esas designaciones a menudo. Para mí lo que yo hago no es dibujo, ni escultura, ni pintura. Son imágenes. Yo trabajo en imágenes y las imágenes para mi pueden ser tridimensionales, bidimensionales y pueden tener movimiento. Las imágenes son ideas, aunque en la actualidad representen algo muy superficial. Vivimos completamente ahogados en imágenes pero eso no significa que las comprendamos ni que nos demos cuenta de hasta qué punto nos influyen y en qué sentido. El arte es uno de los reductos en los que todavía se puede actuar utilizando su auténtico poder, si no se sucumbe a las explicaciones y los discursos justificativos. Yo trabajo en arte porque es la respuesta que me surge cuando me relaciono con el mundo, con la vida, en definitiva, con la realidad, lo podría denominar como una relación poética con el mundo.
Vehículo I
Vehículo II
Vehículo III
También aparece lo rizomático y una sentencia: “errealitatea onartu” (aceptar la realidad).
Lo rizomático, lo vegetal, todo hace referencia a una manera de imaginar. Y sí, me gusta a veces meter frases y palabras, buscando relaciones. Trabajo a merced de lo que va ocurriendo, y eso puede cambiar la trayectoria de un trabajo a mitad del proceso, porque el material que va apareciendo no se lleva bien con la idea preconcebida. Esto me ocurrió, por ejemplo, con la pieza Vehículo I. Un planteamiento de carácter más conceptual, tiende a prediseñar la pieza y a hacerla significar de forma más unidireccional. Mi trabajo debería verse como percibimos en un sueño. Al menos eso es lo que intento.
Lo que es importante es el poder de tus imágenes. En definitiva ¡el gran poder de la imagen!
Cuando me relaciono con imágenes de culturas distintas a la nuestra sin saber aún la interpretación de su significado, real o imaginado por los antropólogos, siento a menudo una sorpresa, como un descubrimiento. Por ejemplo, los grandes animales esculpidos en piedra de la cultura azteca, saltamontes o pulgas elevados a algún grado de protagonismo, de importancia, completamente ajena a la de nuestra cultura. Esa cuestión te pone en contacto con una visión del mundo muy distinta que te sorprende. Ese es el poder que tiene la imagen, hasta el punto de que las explicaciones sucintas que te informan de sus posibles significados pueden incluso no conseguir desactivar ese asombro, esa apertura hacia lo que te resulta desconocido, aunque generalmente tiendan, como ya hemos comentado, a hacer precisamente eso, a dar una explicación que cierra de inmediato ese mundo para ti. No soy capaz, ni pretendo entenderlas de la forma en la que lo hicieron sus creadores, pero aún en esa indeterminación, la imagen surge de ese mundo para comunicarse con nosotros en el momento presente., lenguas, culturas, que nos podrían enseñar otras formas de mirar e imaginar el mundo y de relacionarnos con él. Desgraciadamente, las vamos destruyendo todas.
Siempre hay un factor de crisis presente a lo largo de tu trayectoria.
Siempre estoy trabajado desde la crisis, evidenciándola. Hemos llegado a un punto de homogeneidad, de globalización, de asimilación a través de este sistema cultural tan controlador, en el que cualquier planteamiento, discurso, o actividad que lo interpele es inmediatamente procesado y asimilado dentro de su propia lógica. Reaccionar a esta resistencia al cuestionamiento es algo que merece la pena intentar.
Acabo de escribir un artículo sobre la Hydra, en el que me pregunto por qué los monstruos son siempre femeninos. Aparecemos como monstruas.
El sistema patriarcal se instituye como una estructura jerárquica basada en el poder, un poder brutal, de aprovechamiento y explotación del otro, de dominio. Y lo hace en todos los niveles y formas a su alcance. Todo aquello que cuestiona ese poder, es ridiculizado, expulsado, exterminado o convertido en el otro, el enemigo a abatir. Indudablemente mientras el avance conquistador se extendía, las formas culturales anteriores o extrañas, extranjeras, eran sustituidas y reinterpretadas en términos halagüeños para los nuevos amos. Sus dioses, creencias y formas de vida debían dar paso a una asimilación total. Esto se ha hecho a través de la violencia y del cambio de significado. Es el comportamiento del abusón de la clase a escala civilizatoria. Así que las antiguas imágenes femeninas de poder fueron convertidas en monstruos, en seres despreciables o en símbolos del papel domesticado correspondiente adjudicado a las mujeres en esa sociedad. Las monstruas del mundo patriarcal son las imágenes del poder femenino sin domesticar. Aun así, a pesar de las prohibiciones, la humillación, y el largo etcétera de recursos utilizados en la guerra cultural contra las mujeres, es importante destacar la pervivencia de la antigua veneración al poder femenino, por poner un ejemplo, en el culto a la Virgen en los pueblos del Mediterráneo, sobre todo, donde las sociedades matrísticas o matrilineales pervivieron en un principio, aunque el significado judeocristiano de ésta se haya construido precisamente para negar su sentido primitivo, original. Hay que cavar un poco a través de sedimentos de significados negadores y sincretistas para verlo. La persistencia del origen, lo llamaría yo.
Gentz del Valle es, desde hace más de dos décadas profesora titular de Dibujo en la Facultad de Bellas Artes de Bilbao, autora del importante ensayo En ausencia del dibujo: su enseñanza tras la crisis de la Academia (2001), editado por la Universidad del País Vasco. A la artista le ha interesado también cuestionar con interesantes planteamientos los nuevos cánones academicistas dentro del arte contemporáneo como lo hace en el artículo Arte, investigación y Sobreadaptación.
Gentz del Valle, Perséfone no habla, Salas Menchu Gal, Irún, Guipúzcoa. Hasta el 8 de septiembre de 2019.
Fotografías: Idoia Unzurrunzaga.
Más información:
http://revistasonda.upv.es/2018_Articulo_Gentz_del_Valle.pdf
https://www.m-arteyculturavisual.com/2013/02/04/la-montana-interna-de-gentz-del-valle/
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