CATACLISMO

EN PELIGRO EL MURAL SEVILLANO DE DELHY TEJERO

EN PELIGRO EL MURAL SEVILLANO DE DELHY TEJERO
África Cabanillas Casafranca

Entre los años 1965 y 1966, la pintora Delhy Tejero hizo la decoración mural del vestíbulo del Edifico de Oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla ―varios frisos que recorren los muros y los pilares―, que, por fortuna, todavía se conserva, aunque se encuentra en peligro inminente. La próxima, y más que probable, transformación del inmueble en un hotel pueden suponer su retirada e incluso su destrucción.

Esto sería una terrible pérdida, ya que significaría la desaparición de un excelente ejemplo de pintura decorativa, una técnica que alcanzó un gran desarrollo en España en las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX, y que por sus especiales características ―tener el muro como soporte― es muy difícil de conservar. Pero aún más importante es el hecho de que se trata del mural de una mujer, ya que, si bien hubo pintoras españolas que se interesaron por esta técnica que suponía la consagración artística, solo un pequeño número de obras de este tipo ha sobrevivido. Delhy fue una de las más sobresalientes del periodo y de las pocas, sino la única, que hizo murales de forma ininterrumpida a lo largo de toda su carrera.

La Fábrica de Tabacos lleva cerrada desde 2007, cuando cesó su actividad. Durante trece años, hubo una situación de bloqueo en la que se sucedieron las negociaciones entre el Ayuntamiento de Sevilla, gobernado por diferentes partidos políticos, y la multinacional Altadis hasta que en 2018 alcanzaron un acuerdo el actual alcalde por el PSOE, Juan Espadas, y la empresa.

Antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 2021. Archivo de la Autora.

Ese mismo año Altadis encargó un informe sobre el conjunto fabril, situado en un espacio de gran valor por su céntrico emplazamiento y grandes dimensiones, al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), en principio, no vinculante. En él se recomendaba la conservación del noventa por ciento del conjunto, considerándose una de las partes de mayor importancia el Edificio de Oficinas, también conocido como el Cubo, debido a su carácter representativo, en el que, como acabamos de ver, se encuentran los frisos de Delhy. Centrado como está en la descripción del inmueble, el informe apenas alude a la decoración del vestíbulo, y en el cuerpo del texto no aparece el nombre de la artista. Sí lo hace en el pie de las dos fotografías que se incluyen de la obra, en una de las cuales se puede leer:

Se valora la relevancia artística de la autora como figura destacada de la pintura española del siglo XX, con obras en el catálogo del Museo Nacional Reina Sofía. Así mismo, se destaca la estrecha vinculación del lienzo-mural con el espacio donde se ubica tanto por el formato como por la temática de la obra. Se hacen notar las evidencias de deterioro material y la necesidad de protección e intervención[1].

Pese a que la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico aprobó dicho informe, según Julián Sobrino Simal[2], experto en patrimonio industrial, la realidad es que el Ayuntamiento no ha asumido sus recomendaciones en las bases reguladoras del convenio firmado con Altadis que prevé la recalificación como suelo terciario del Edificio de Oficinas, a condición de que el proyecto inversor presentado por la multinacional, que aún no se ha hecho público, rehabilite el edificio y lo ponga en uso, lo más probable, como un hotel. Una de las razones es que la “letra pequeña” de dicho convenio permite alterar la forma y el volumen del edificio al duplicar su edificabilidad[3]. La nueva función del edificio y el hecho de que el mural carezca de protección supondrán, previsiblemente, su retirada. Este hecho sería de una extrema gravedad para el patrimonio artístico español del siglo XX e imperdonable que las instituciones, así como el mundo artístico y cultural, puestas en su conocimiento, no hicieran nada para protegerlo.

Vestíbulo del Edifico de Oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 2020. Archivo de la Autora.

Delhy Tejero (Toro, 1904-Madrid, 1968) fue una mujer singular y una artista atípica, cuya inclasificable creatividad la convirtió en una de las protagonistas de la renovación artística española desde los años treinta hasta finales de los sesenta del siglo XX. Desarrolló una carrera caracterizada por una experimentación constante, tanto en los estilos ―combinando una figuración muy personal con el Art Déco, el Surrealismo, la Abstracción y el Informalismo―, como en las técnicas, si bien hoy en día es sobre todo renombrada por sus ilustraciones en periódicos y revistas.

Una faceta menos conocida por el público en general, la que nos interesa aquí, es la de muralista, de la cual hay destacados estudios de José Marín Medina, Tomás Sánchez Santiago, Miguel Centellas e Isabel Fuentes. Su dedicación a la pintura mural tiene una gran relevancia puesto que era la más prestigiosa y, en gran medida debido a ello, era una técnica que apenas cultivaron las mujeres hasta hace poco tiempo. Según Germaine Greer, tradicionalmente, se consideraba que ellas hacían obras de pequeño tamaño, más acordes con sus supuestas características naturales, como la minuciosidad o la delicadeza. Aunque lo cierto es que, por lo general, carecieron de estudios ―el cuarto propio del que hablaba Virginia Woolf― para poder hacer grandes trabajos. Además, era difícil que las mujeres recibieran encargos, lo mismo privados que públicos, ya que sus creaciones eran menos valoradas que las de los hombres, y que asumieran la exposición pública que esto suponía y la colaboración con otros artistas[4]. No obstante, hay ejemplos de pintura mural hecha por mujeres en España que se remontan a finales del siglo XIX, como es el caso de la decoración que hizo Alejandrina Gessler y Lacroix, conocida como Madame Anselma, para el techo del salón central del Ateneo de Madrid en 1891.

Delhy tuvo una solidísima formación en pintura decorativa. Empezó a estudiarla en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde fue alumna de 1926 a 1930, con Daniel  Vázquez Díaz. Un año después, gracias a una bolsa de estudios, viajó a Bélgica con el fin de asistir al Instituto Superior de Pintura Logelain, y también estuvo en Italia, donde frecuentó la Academia de San Marcos de Florencia. De ahí que dominara el oficio y diferentes procedimientos, como el fresco, el temple y la encáustica[5]. Esta excelente preparación le valió la designación en 1931 como profesora interina de Pintura Mural —una plaza de nueva creación— de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Un cargo del que fue separada en 1940, al abrirle el Régimen franquista un expediente de depuración, y en el que nunca reingresó.

Delhy Tejero en el centro, entre dos alumnos, dando clases de Pintura Mural en la Escuela de Artes y Oficios de la calle La Palma de Madrid, hacia 1932. Archivo General de la Administración.

Su primer encargo de decoración mural fue la farmacia-perfumería La hamburguesa de la Gran Vía madrileña, que hizo entre 1933 y 1934. Tres años más tarde, en 1937, pintó el comedor de un colegio de Salamanca, así como la escalera y el comedor de gala del Hotel del Condestable de Burgos, sede del Estado Mayor franquista.

A principios de los cuarenta, cuando volvió a España después de haber estado en Italia y Francia huyendo de la Guerra Civil, la pintura mural se convirtió en uno de sus trabajos principales. Según Marín Medina, en esta década, aparte de ella, los grandes maestros de la pintura mural fueron todos hombres: José Aguiar, Aurelio Arteta, “Néstor” (Néstor Martín Fernández de la Torre), Luis Quintanilla, Joaquín Valverde Lasarte y Ramón Stolz Viciano[6]. No obstante, hubo otras mujeres, como Rosario de Velasco y Pitti Bartolozzi, amigas de Delhy de los años de formación, que también hicieron este tipo de obras, aunque en menor número e importancia. Es interesante destacar que también algunas de las más sobresaliente pintoras del exilio hicieron murales, como Maruja Mallo y Remedios Varo, si bien esta última, que recibió la comisión de decorar uno de los pabellones del Centro Médico de Ciudad de México, allí donde el muralismo alcanzó su máximo desarrollo, no llegó a terminarlo.

Durante este decenio, Delhy pintó abundantes murales en Madrid: la embocadura del escenario del cine del Palacio de la Prensa, el comedor infantil del Hogar del Niño de El Pardo, un oratorio en Aranjuez, la capilla del Auxilio Social de la Delegación Nacional de la Sección Femenina, el retablo del altar de la ermita de Nuestra Señora del Carmen de El Plantío; junto al Hogar Azul de Ciudad Lineal y el Banco Popular Español, cuya localización no conocemos. Fuera de Madrid, realizó la decoración mural del Salón de Plenos del Ayuntamiento Nuevo de Zamora, tras ganar por unanimidad en 1948 el concurso nacional convocado por esta Casa Consistorial, al cual había presentado el proyecto Amanecer jurídico del municipio zamorano.   

Delhy Tejero, en el centro del andamio, mientras pintaba el mural Amanecer jurídico del municipio zamorano, hacia 1949. Archivo Mª Dolores Vila Tejero.

 En los años cincuenta le encargaron dos proyectos decorativos para las Universidades Laborales de Zamora y Gijón. Uno destinado al vestíbulo del teatro —el mural de las Artes y de las Ciencias— y otro, cuya localización desconocemos, que concibió como un mosaico; de los que se conservan los bocetos. Ignoramos las causas, pero no llegó a realizar ninguno de los dos.

A comienzos de la siguiente década, decoró varias iglesias de los nuevos pueblos de colonización, las de Puebloblanco y Las Norias, en la provincia de Almería, y la de Arroturas, en Jaén. Sus dos últimos murales fueron los de los vestíbulos de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla y el del colegio de los Padres Mercedarios en la Ciudad de los Ángeles de Madrid, de 1966 y 1967, respectivamente.

Así pues, hizo lo mismo encargos privados que oficiales ―y ello a pesar de haber sufrido un proceso de depuración―. Sobre estos últimos, hay que destacar que la pintura mural respondió a las necesidades del Nuevo Estado, sobre todo en los primeros años de la posguerra, por su adecuación a la supuesta grandeza de la victoria y al duro esfuerzo que se había hecho para conseguirla. Sin embargo, de acuerdo con Ángel Llorente, estas obras no obedecieron al “arte militante” y no deben apreciarse como “obras franquistas” ―sí lo fueron las de José Aguiar o José María Sert―, sino como “obras aisladas realizadas en el periodo franquista”[7]. Para Sánchez Santiago, son una incógnita las razones que impulsaron a Delhy a aceptar unos encargos y rechazar otros. Sus profundas creencias religiosas le habría hecho decorar iglesias e interiores de instituciones de carácter social; mientras que habría renunciado a aquellos trabajos de mayor significación política, por ejemplo, la decoración del Castillo de La Mota, Sede de la Sección Femenina; los cuales ponían en entredicho la independencia y la pureza que ella reclamó para el arte[8].

Como acabamos de ver, el penúltimo encargo que hizo Delhy, entre 1965 y 1966,  fue el friso del vestíbulo de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla. Este conjunto se construyó entre 1954 y 1964 en la margen izquierda del Guadalquivir, en el barrio de Los Remedios, entre el muelle de las Mulas y la calle Juan Sebastián Elcano, para albergar el proceso de fabricación industrial del tabaco. La actividad, que ha sido extraordinariamente importante en la ciudad por su relación con América, fue desarrollada por la empresa Sociedad Tabacalera S.A., encargada de la gestión del monopolio del tabaco en España desde 1945 hasta su privatización en 1998, y, con posterioridad, por la compañía Altadis, como resultado de su fusión en 1999 con la empresa francesa Selta[9]. Su construcción respondió a la necesidad de trasladar y ampliar el espacio que tradicionalmente este uso había ocupado en la calle San Fernando, que era limitado y había quedado obsoleto.

El proyecto fue concebido por el madrileño Mariano García Morales en estilo racionalista, respondiendo a las necesidad de un tipo de arquitectura industrial y funcional, inspirado en el Estilo Internacional, una modernización que seguía los dictados del gobierno tecnocrático de la Dictadura[10]. Como corresponde a un edificio de este tipo, posee poca decoración. Ésta se concentra en el Edificio de Oficinas, construido en 1961, y consiste en un relieve en la fachada y la decoración mural de Delhy, ambos alusivos a la fabricación del tabaco.

En el vestíbulo, entre el zaguán y una crujía trasera con espacios articuladores, se encuentra el friso decorativo de la artista, realizado cuando estaba ya muy enferma ―moriría dos años después, en 1968―, por lo que, en lugar de pintarlo con la técnica del fresco, utilizó el óleo con el lienzo como soporte, ante la imposibilidad de trasladarse a Sevilla. Ni siquiera pudo supervisar su colocación, que llevó a cabo la Casa Macarrón de Madrid[11].

Dos croquis de Delhy Tejero con la disposición del friso en el vestíbulo de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla. Archivo Mª Dolores Vila Tejero.

La planta del vestíbulo es rectangular. La pintura recorre los laterales de la puerta de entrada, de 2,95 m y los dos muros más largos, de 14,5 m; no el de cerramiento, en frente de la puerta, ocupado en su totalidad por una mampara. El friso empieza en el extremo superior y tiene 97 cm de ancho. El conjunto representa alegorías de América y España relacionadas con la producción del tabaco. En el muro de la izquierda aparecen temas alusivos a América: hojas de tabaco secándose, dos indios recolectando, piedras de moler, formas que recuerdan las tiendas indias, aves exóticas y una rosa de los vientos. El de la derecha muestra motivos relacionados con España: aves y hojas de tabaco puesta a secar, un sol, pipas, abanicos, cajas, dos cigarreras ―es sabido que en la fábrica las obreras eran principalmente mujeres―, un alambique, un timón y varias carabelas. En el friso de los pilares cuadrangulares, cuatro exentos y dos adosados a la mampara, aparecen pintados elementos abstractos inspirados en algunos de los motivos de la decoración principal: hojas del tabaco, abanicos y pipas.

El conjunto es de una gran originalidad y armonía plástica. Su estilo es una mezcla de figuración y abstracción, algo muy común en la producción de la artista desde los años cincuenta. Sintetiza las formas, geométricas y primitivas, convirtiendo las figuras en símbolos, y unificándolas en una estructuración general a base de líneas curvas ―especie de ondas― y planos de color que producen un juego de movimientos rítmicos. Los colores son suaves, de una gama reducida, en la que predominan los azules, grises, negros y naranjas.

Detalle del friso del vestíbulo del Edifico de Oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 2020. Archivo de la Autora.
Boceto de un detalle del friso del vestíbulo del Edifico de Oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla , 1965- 1966. Archivo Mª Dolores Vila Tejero.

Lamentablemente, la instalacióndel mural fue poco acertada, ya que no respondió a lo que estaba previsto por la artista. Los lienzos se colocaron en el extremo superior del muro, a mayor altura de la que se había decidido en un principio. Este cambio se debió al nuevo propósito de revestir de mármol rojo veteado los muros que tenían que haberse conservado en yeso, por tanto, en color blanco. Esta alteración obligó a ampliar el encargo de la pintura decorativa, pues también se cubrieron de mármol los pilares que, para estar acorde con los muros circundantes, también habían de tener pequeños frisos ornamentales. El resultado final no gustó a Delhy, ya que el mármol interfería en la percepción del conjunto y distraía la mirada del espectador, quitando protagonismo a la pintura.

La obra nunca ha sido restaurada, por lo que su estado de conservación es regular. Se observa la pérdida de pigmento y el deterioro del lienzo, sobre todo en el muro derecho en la parte en que se encuentra el timón, donde una fuga de agua provocó la perdida total de la pintura en una línea longitudinal de 5 cm de ancho, aproximadamente.

Dos detalles del friso de la decoración mural del Edificio de Oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 2020. Archivo de la Autora.
Detalle del friso de la decoración mural del Edificio de Oficinas de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 2020. Archivo de la Autora.

A lo largo de todo el artículo, hemos querido mostrar las muchas razones por la cuales este mural, que se encuentra en grave peligro de desaparecer, merece ser conservado. Por una parte, destaca el hecho de que se trata de un sobresaliente ejemplo de pintura mural de época franquista, en el que tanta importancia tuvo esta técnica de difícil conservación, en especial, por ser el muro su soporte. Por otra, cabe resaltar el valor de la unidad del conjunto fabril, esto es, la estrecha vinculación del friso con el espacio en que se ubica tanto por el formato como por la temática de la obra: la decoración ―a la que habría que sumar los relieves de la fachada― y la función del edificio. A su vez, tiene un importante carácter representativo, puesto que la presencia de elementos ornamentales no se encuentra en el resto de la producción arquitectónica industrial de esta época en Sevilla, donde no hay ninguna otra obra de esta pintora.

Ahora bien, nos parece todavía más importante subrayar que son muy pocas las pinturas murales hechas por mujeres en este periodo. Es más, Delhy fue la única artista en España que hizo un número considerable de encargos, lo mismo públicos que privados, a lo largo de toda su trayectoria. Además, este friso en concreto es considerado por muchos estudiosos, como Marín Medina, su mejor mural, junto con el del vestíbulo del Colegio de los Padres Mercedarios de la Ciudad de los Ángeles de Madrid, que son sus dos últimas pinturas decorativas[12]. Hoy en día conservamos la mitad de sus murales, habiéndose perdido, sobre todo, aquellos más tempranos, los que hizo en la década de los cuarenta. En su caso, al problema de conservación de este tipo de pintura, al que acabamos de referirnos, se suma el de la obra perdida, esto es, la desaparición de los trabajos de las artistas por su menor valoración artística y económica.

Por todo ello, creemos firmemente que es necesaria la conservación del mural in situ, en el lugar para el cual fue concebido y donde ha permanecido durante más de cinco décadas y, de no ser posible, al menos, su cuidadosa retirada ―que no entrañaría grandes dificultades por tratarse de un lienzo― y conservación. O, aún mejor, su colocación en otro edificio de la ciudad en el que pudiera ser admirado, ¿por qué no en la antigua Fábrica de Tabacos de la calle San Fernando, actualmente sede del Rectorado de la Universidad de Sevilla?

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes González, Isabel, «Delhy Tejero: pintura mural. Feminismo y espiritualismo», Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, vol. 34, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 2019, pp. 451-495.

Greer, Germaine, La carrera de obstáculos. Vida y obra de las pintoras antes de 1950, Colmenar Viejo (Madrid), Bercimuel, 2005.

Llorente, Ángel, Arte e ideología del franquismo (1936-1951), Madrid, Visor, 1995.

Marín-Medina, José, «El mundo interior y la pintura de Delhy Tejero», en VV. AA., Delhy Tejero. Representación. Exposición antológica, de noviembre de 2009 a septiembre de 2010, León, Junta de Castilla y León-Caja España, 2009, pp. 17-117.

Sánchez Santiago, Tomás, «Introducción», en Tejero, Delhy, Los Cuadernines (Diarios, 1936-1968) (eds. Mª Dolores Vila Tejero y Tomás Sánchez Santiago), León, Eolas, 2018, pp. 7-32.

VV.AA., Informe sobre los valores patrimoniales de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, Sección Intervención, Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, 20 de diciembre de 2018.


[1] Informe sobre los valores patrimoniales de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 20 de diciembre de 2018, Sección Intervención, Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, p. 52.

[2] En 2014 Julián Sobrino Simal, Profesor Titular jubilado de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, publicó un artículo en la prensa local, “Secretos que guarda Altadis. En peligro las valiosas pinturas murales de Delhy Tejero”, en el que informaba de la existencia del mural y de la necesidad de su conservación.  

[3] África Cabanillas Casafranca, Entrevista a Julián Sobrino Simal. 4 de marzo de 2021. Inédita.

[4] Germaine Greer, La carrera de obstáculos. Vida y obra de las pintoras antes de 1950, Colmenar Viejo (Madrid), Bercimuel, 2005, pp. 104-113.

[5] Isabel Fuentes González, «Delhy Tejero: pintura mural. Feminismo y espiritualismo», Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, vol. 34, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 2019, pp. 453-454.

[6] José Marín-Medina, «El mundo interior y la pintura de Delhy Tejero», en VV. AA., Delhy Tejero. Representación. Exposición antológica, de noviembre de 2009 a septiembre de 2010, León, Junta de Castilla y León-Caja España, 2009, pp. 91-92.

[7]  Ángel Llorente, Arte e ideología del franquismo (1936-1951), Madrid, Visor, 1995, pp. 190-191.

[8]  Tomás Sánchez Santiago, «Introducción», en Tejero, Delhy, Los Cuadernines (Diarios, 1936-1968) (eds. Mª Dolores Vila Tejero y Tomás Sánchez Santiago), León, Eolas, 2018, p. 23.

[9]  Desde 2008, Altadis pertenece a la multinacional Imperial Tobacco.

[10] VV.AA., Informe sobre los valores patrimoniales de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, Sección Intervención, Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, 20 de diciembre de 2018, pp. 25- 31.

[11] Isabel Fuentes González, «Delhy Tejero: pintura mural. Feminismo y espiritualismo», Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, vol. 34, Zamora, Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 2019, pp. 488.

[12] José Marín Medina, «El mundo interior y la pintura de Delhy Tejero», en VV. AA., Delhy Tejero. Representación. Exposición antológica, de noviembre de 2009 a septiembre de 2010, León, Junta de Castilla y León-Caja España, 2009, p. 111-113.

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