CATACLISMO

ACERCA DE LA OBRA DE MONICA MURA. ENTREVISTA A LA ARTISTA

Identidad vs Nueva identidad, 2020

ACERCA DE LA OBRA DE MONICA MURA. ENTREVISTA A LA ARTISTA
María Bueno

María Bueno. Danos unas breves pinceladas de quién eres y a qué te dedicas. ¿Cómo llegaste al mundo del arte y, concretamente, al arte multimedia y a la performance?

Monica Mura. Soy italiana, de Cerdeña, pero vivo en España, concretamente en Galicia y en breve voy a cumplir aquí los veinte años. Si tenemos en cuenta que tengo cuarenta y dos y he vivido un año en Inglaterra, vemos claramente cómo mi vida y mi identidad en este momento están partida en dos. Una identidad sobre la que reflexiono a menudo, utilizando como base la foto en formato carnet de mi DNI.

La creación siempre ha sido mi mundo. Empecé a dibujar desde que pude sostener un lápiz. Experimenté desde muy temprana edad con pinturas al óleo, pero dado mi carácter impaciente, tardaba demasiado en secar. Entonces me pasé al acrílico y sucesivamente a la acuarela, que me permitía reflejar mis pensamientos y emociones de manera mucho más inmediata. En esta época empecé a experimentar también con la pintura textil y a coser, a bordar y confeccionar mis propias prendas, creando también objetos de ganchillo, re-interpretando la tradición familiar heredada por mi abuela materna. Pero fue de adolescente, cuando empecé a trastear con la videocámara VHS de mi madre y mis padres me regalaron mi primera cámara de foto de carrete, una Olimpus, con la que pude empezar a ir a la caza de imágenes fugaces. Así llegué a Londres. Tenía dieciocho años.

Llegué con una agenda de papel, un bolígrafo, la cámara y una maleta. No existían teléfonos móviles. Me quedé durante un año. Más que el inglés, aprendí qué significa vivir y compartir con personas de todo el mundo. Volví a Italia. Esta vez a Turín. Me inscribí en la universidad y en cuanto pude me compré mi primera cámara digital compacta: una Sony Cyber-Shot de 6,0 mega píxel. Grabé y actué junto con mis compañeros “Maschere e sovvenzioni”, un vídeo experimental realizado y montado con una videocámara analógica en el grupo de trabajo organizado por el videoartista Alessandro Amaducci, que posteriormente fue mi profesor de tesis.

A finales de los noventa compré mi primer móvil sin cámara, un Alcatel One Touch naranja, que después de unos años remplacé por un modelo de la misma marca, siempre naranja con tapa y una cámara rudimentaria. A continuación compré mi primera handycam extra-compacta, una Canon MV5i Digital Vídeo Camcorder Pal, con casetes digitales mini que me acompañó también a mi primer viaje a España. Gracias a una beca Socrates Erasmus aterricé en Compostela en 2002, donde empecé en el mundo del teatro. Actué en diferente obras, en 2005 fui ayudante de dirección en la compañía Teatro da Cámara DITEA, y participé en rodajes de diferentes cortometrajes. En 2006 fui actriz de reparto de la obra “Ós monólogos da Vaxína” de Eve Ensler que se estrenó en el Teatro Principal, pero fue en la performance que, unos años más tarde, encontré mi verdadero lugar. Aquí llegó mi primer móvil con cámara, un Alcatel, después un Sony Ericsson W380i, luego mi primer iPhone que permitía grabar también vídeos en HD.

Casi al mismo tiempo llegó mi primera réflex digital Nikon D90, un iPad Air, mi segundo Iphone, mi Fujifilm X100, mi última cámara con vídeo 4k, y finalmente mi último móvil de la manzana con el que grabo vídeos que pesan más que el disco duro integrado en mi portátil.

Más que llegar al mundo del arte, intenté escapar de él durante años. A pesar de esto, hice mi primera exposición personal de adolescente, con una serie de acuarelas en la que retrataba mujeres y naturaleza. Me negué a vender los cuadros. Más mayor, me descubrieron mientras dibujaba a lápiz en las servilletas del Café degli Artisti de Turín, pero en ese entonces yo ya huía del mundo del arte.

Desde muy joven tenía claro que la vida de un artista a menudo es dura y sacrificada, y sobre todo no quería depender del mercado del arte. Pensaba que podría protegerme a mí misma y a la libertad de mis creaciones creando en el tiempo libre, pero después de unos años entendí que no puedes ir en contra de tus pasiones y que mi vida no hubiera sido completada hasta que no aceptado aquello de que “el animal que llevo dentro me vuelve esclava de mis pasiones”, según las palabras del gran Battiato.

Por cierto, aún conservo todos los aparatos que me han acompañado durante mi vida personal y artística, por eso los he mencionado. No soy capaz de desprenderme de ellos, aunque algunos ya no funcionen o hayan quedado obsoletos. Creo que forman parte de mi arqueología digital, junto a los fotomatones situados delante de las estaciones de tren que han documentado mi rostro a través de los primeros autorretratos. Una identidad partida entre muchos billetes de ida y vuelta y que sigue formando parte de mis obras más recientes.

En la obra titulada Identidad vs Nueva identidad de 2020 por ejemplo, la pongo en diálogo con una segunda fotografía en la que realizo la acción de crear y llevar puesta una mascarilla con mis propios labios rojos estampados encima, como símbolo de resistencia feminista y homenaje a las mujeres de la historia que han hecho del pintalabios rojo un símbolo de independencia. Rememoro así “The Lipstick Effect”, fenómeno por el cual, durante las recesiones, se dispara la venta de lápices labiales.

María Bueno. Eres artista amante del correr, la comida, lectura, viajes, paseos y reuniones con los amigos, ¿nos explicas acerca de tus intereses y cómo los conectas a tu práctica artística?

Monica Mura. Creo que en mi caso la clave está en prestar atención a todo lo que pasa a mi alrededor. Desde muy pequeña aprendí a saber mirar, analizar y empatizar. Las imágenes impactan mi retina y se procesan de manera más o menos consciente. A veces razonando a solas o compartiendo con los demás en el estado de vigilia, otras en el mundo onírico. De mayor he aprendido a escuchar. La escucha consciente de los paisajes sonoros naturales y artificiales ha marcado un antes y un después en mi persona y en mis creaciones. A menudo, más allá de las técnicas que utilizo, sobre todo en performances, instalaciones y vídeos, hay un componente sonoro. En mi pieza La Transoración y la Multioración, por ejemplo, solo existe el registro de la dimensión sonora.

Últimamente intento prestar atención a como la obra dialoga con los diferentes sentidos. Algunas de mis propuestas, de hecho, están pensadas para ser tocadas, algo normalmente prohibido. Con la instalación interactiva Rompecabeza invito a los visitantes a modificar la combinación de los imanes que componen un tríptico a tamaño real de 2 cuerpos humanos fragmentados y mezclados entre ellos en el panel del centro. Otras obras como El muro de Jabón. ¿Te lavas las manos? de 2019 tiene la peculiaridad de que estimulan a través del olfato. Se trata de una instalación realizada con doscientas pastillas de jabón de Alepo y un cubo con agua dentro de una celda, que viene activada a través de una acción performativa, en la que me lavo las manos de manera compulsiva. El olor del jabón que impregna todo el espacio, consigue conectar con recuerdos muy lejanos. En el último año, después de la pandemia he aprendido a cuidarme más, y he encontrado en el acto de correr el momento ideal para definir y reorganizar las ideas que rondan mi cabeza.

Rompecabeza, 2018
El muro de Jabón. ¿Te lavas las manos?, 2019

María Bueno. Entre los proyectos de arte que has realizado ¿cuáles han sido importantes y decisivos?

Monica Mura. Es complicado contestar a esta pregunta. Si fuera madre sería parecido a responder: ¿Cuál de mis hijos quiero más? Aún así voy a destacar diferentes acciones que he creado recientemente. Dos acciones relacionadas con la situación de alerta mundial que estamos viviendo. En 2020 he estrenado la obra La nueva armadura, una pieza circular de casi 10 metros de circunferencia, 3 metros de diámetro y 1,5 metros de radio. Realizada con 35 metros de varillas de fibra de vidrio y más de 70 metros de cintas reflectantes de alta visibilidad, inspirada en el miriñaque clásico del siglo XIX, exploro las dificultades que nacen a la hora de mantener la distancia física interpersonal para contrarrestar la propagación del COVID-19.

La primera vez ha sido activada en el espacio público a través de una performance en la ciudad de Santiago de Compostela, en el Festival C durante el verano del primer año de la pandemia. En esa ocasión, acabábamos de salir justo del confinamiento. Más adelante, cuando se levantaron las restricciones de movilidad, la obra viajó por diferentes ciudades durante un año, hasta llegar a la capital española el pasado mes de julio para recorrer los pasillos de ARCO. Sucesivamente ha conquistado las calles del centro de Madrid, justo cuando se abría la posibilidad de no llevar puesta las mascarillas en los espacios abiertos, siempre cuando se mantuviese la distancia de seguridad de un metro y medio entre las personas.

En 2021, he presentado una nueva obra, titulada Esto ya no es lo que era. En este caso, he realizado una creación textil, cosiendo con hilos dorados ciento ocho mascarillas quirúrgicas negras, que pone de manifiesto cómo el estado de emergencia epidemiológica por COVID-19 ha puesto en el punto de mira todas las leyes que prohíben cubrirse la cara parcial o completamente, generando muchos debates públicos y políticos sobre seguridad, libertad, religión y discriminación.

Se trata de una vestimenta larga hasta los pies y equipada con una pieza creada de manera específica para cubrir la cabeza, la nariz y la boca de quién la lleva puesta. En este caso, la performance asociada consistía en coser en directo parte del traje llevando la cara tapada y finalmente pasear llevando puesta la vestimenta completa e interactuando con un público sorprendido de la terraza de un hotel de Madrid. Quién vio la acción en directo básicamente relacionaba la propuesta siguiendo diferentes claves de lecturas: un traje bélico, a veces futurista, otras veces tradicional, como el de un ninja japonés, otros vieron una referencia al velo islámico. Casi nadie hizo referencia al equipo tipo EPI. Sin duda, se trata de unas interpretaciones que dan mucho para reflexionar.

Destaco una tercera acción, Antenna Girl, del presente año, realizada en el festival de artes performativas Plataforma. Se trata de una “conferencia performativa” en la que trazo un itinerario para entender y plasmar como nace, crece y se desarrolla una nueva forma de control a través de la censura derivada por la abundancia como exceso.

La nueva armadura, 2020
Esto ya no es lo que era, 2021. Obertura Madrid
Antenna Girl, 2021

María Bueno. ¿A qué tipo de proyectos o propuestas le dirías sí sin pestañear?

Monica Mura. A ninguna. He aprendido que es importantísimo tomarse un tiempo para reflexionar muy bien antes de decir que sí a una propuesta. Hay que saber quién eres, dónde estás ahora, cúales son tus valores, tus objetivos y tus prioridades. Si el proyecto encaja, simplemente se toma en consideración, y si finalmente merece la pena se apuesta por ello.

María Bueno. ¿Establecen tus piezas una conexión con tu propia identidad, con quien tú eres? Si es así, ¿piensas que el arte es transformador?

Monica Mura. Trabajo habitualmente con el cuerpo a través de la autorrepresentación y de la performance, utilizando instalaciones que intentan proponer experiencias inmersivas en diálogo con el espacio, el tiempo y sobretodo con el ser humano. La identidad real, digital, personal y colectiva forma parte integrante de mi línea de investigación. Por ello me gusta trabajar con diferentes personas, ofreciendo espacios seguros de escucha, de habla y de autoafirmación desde el respeto mutuo. Es lo que propongo por ejemplo con la obra Transvídeo del 2018 en la que invito a personas trans, a explicar con sus propias palabras el significado del concepto “trans”, a través de una performance delegada.

El arte por sí solo no es transformador, sin embargo, los artistas podemos utilizarlo como herramienta. Yo sin duda, con mis propuestas, busco fomentar la reflexión.

Transvídeo, 2018

María Bueno. Gracias a trabajar en proyectos que atienden a formatos y contextos tan diversos, ¿podríamos decir que obtienes un aprendizaje positivo cuando interpelas a la audiencia con la que compartes?

Monica Mura. Gran parte de la fuerza que vuelco en las obras que genero, viene justo de la sinergia que se crea a la hora de compartirlas con los demás. No hay nada que me nutra más que el hecho de poder ver cómo las piezas se materializan, toman vida y son capaces de dialogar y emocionar. He tenido la suerte de participar en proyectos a largo plazo, donde mis propuestas artísticas, junto con el trabajo de más profesionales, han propiciado cambios claros y evidentes en las personas. Por ejemplo, en el caso de El Retrato, realizada durante los años 2015-2017, bajo obra colaborativa realizada en el Museo Thyssen Bornemiza de Madrid, he podido interactuar con más de cincuenta mujeres en riesgo de exclusión social, acompañada por el equipo de Educathyssen.

En ese caso, las participantes, rebautizaron el proyecto con la frase “las cicatrices reconstruyen nuestra confianza”. Durante los casi tres años que duró Nos+Otras en Red, pudimos ver como muchas de ellas llegaron a manifestar hasta un cambio físico. Se les veía más cuidadas, con la mirada más firme y luminosa. Para mí, siempre serán un ejemplo de ejército de heroínas guiado por el poder transformador del arte. Otras veces, la magia nace también en un espacio-tiempo más fugaz. El encuentro con los demás a través del arte genera siempre algo íntimo, único e irrepetible, y es en las performances donde esta cercanía se pone de manifiesto con inmediatez, haciéndose patente.

Podría citar muchos momentos que están marcados en mi memoria, pero la experiencia más cercana ha sido durante el estreno de mi última performance Sonallas del 2021 en el CGAC, Centro Galego de Arte Contemporáneo. Hace unos días he participado como artista invitada a Fugas e Interferencias, la VI International Performance Art Conference, y os puedo asegurar que me he sentido muy arropada por el espacio y las personas que me acompañaron. Mi propuesta consistía en activar una instalación sonora realizada con once cencerros dorados de hierro de diferentes dimensiones, once cuerdas de trece metros y una correa de cuero. Mientras realizaba la acción, podía percibir la energía de los presentes aunque estuviesen a mis espaldas. Más adelante, una mujer me comentó que tuvo que alejarse para llorar por la emoción que despertó en ella.

El Retrato, 2015-2017
Sonallas, 2021. Fotografía: Íñigo Rodríguez

María Bueno. Referentes… Dos creadores.

Monica Mura. Me gustaría dedicar estas líneas a dos artistas de Cerdeña, mi isla natal. No puedo decir que sean mis referentes de manera voluntaria o consciente, pero sin dudas sus propuestas artísticas llenas de poesía, han despertado en mi emociones infinitas. Por ello y por sus raíces, forman parte de forma intrínseca de mi persona y de mi imaginario. Se trata de Maria Lai (1919-2013) y Pinuccio Sciola (1942-2016). De Maria quiero destacar la delicadeza y la fuerza de sus creaciones, en particular quiero citar las obras textiles Libri cuciti (Libros cosidos), y Legarsi alla Montagna (Ligarse a la Montaña) la acción artística realizada en el pueblo de Ulassai. Si pienso en Pinuccio, no puedo más que recordar los sentimientos que despiertan en mí los armoniosos sonidos de sus esculturas. Él ha sido capaz de hacernos experimentar la elasticidad de las piedras y nos ha desvelado que si las acaricias, pueden cantar.

María Bueno. Un colectivo y propuesta artística.

Monica Mura. ZAJ: Ramón Barce, Juan Hidalgo, Walter Marchetti y Esther Ferrer.

Íntimo y personal, 1977 y 1992 Esther Ferrer.

María Bueno. Un evento que te haya marcado.

Monica Mura. Todos aquellos que alimentan la opresión social y política. Durante la crisis actual, se han vuelto a manifestar de manera clara y contundente. En los últimos años he podido ver con mis propios ojos como se intenta limitar nuestras libertades, redibujando los límites de los derechos fundamentales que ya dábamos por conquistados y creíamos intocables.

María Bueno. Un comisario, espacio cultural y tendencia artística.

Monica Mura. Estamos trabajando en ello…

María Bueno. Una película, libro, canción, paisaje y viaje inspirador para tu obra.

Monica Mura. Una película: Varda por Agnès, 2019 de Agnés Varda. Su último documental nos habla de su trabajo y nos deja su legado.

Un libro: Mujeres y poder. Un manifiesto de Mary Beard, 2018.

Una canción: La cura (1997) del cantautor Franco Battiato.

Un paisaje: El fondo de la orilla del mar, precisamente el paisaje de luz dibujado por las olas y el viento, cuando el reflejo del sol reluce en la superficie del agua transparente y dibuja líneas en movimiento que se dejan entrever al atardecer danzando sobre la arena dorada.

Un viaje inspirador: la vida misma.

María Bueno. ¿En qué tópicos, idealizaciones y estereotipos crees que caemos cuando abogamos por una diversidad e inclusión que, en el fondo, no se termina de materializar? ¿Cómo podemos desactivarlos?

Monica Mura. Nos pierde el afán de quererlo etiquetar todo. Caemos en la paradoja de pensar en construir una unidad a través de la fragmentación reiterada. Nos ponemos a dividir, segmentar, separar una y otra vez. El poder, el control y los egos marcan las pautas de este comportamiento tan difuso. Mi obra Poder Ver Ver Poder del 2018 se enfrenta a la dicotomía entre poder y pérdida representando la vida, la muerte y la resurrección a través de la imposición de la identidad digital. Quizás en vez de intentar catalogar, explicar y finalmente juzgar a los demás, deberíamos aprender a escuchar y acoger al ser humano sin más. Bastaría con entender y recordar que cada ser es único. Esto podría ser un punto de partida para construir una nueva comunidad que no implique iguales, ya que para crear esa ilusión de igualdad entre pocos, se acaba tachando de diversos al resto, cuando diversos somos todos.

Poder Ver Ver Poder, 2018

María Bueno. ¿Qué nos conecta a las mujeres creadoras en el contexto artístico español? ¿Qué crees que nos facilita acercarnos y unirnos?

Monica Mura. El hecho de contar con asociaciones como MAV, Mujeres en las Artes Visuales, o con iniciativas como MMM, Mujeres Mirando Mujeres, o Blanco y Negro y Magenta, solo por citar algunas, nos permite encontrarnos para defender juntas nuestros derechos y escapar de la precariedad reclamando un pago más justo y no caer en la “auto-explotación”. El arte no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. Por ello es importante contar con un entorno de personas capaces de acompañarte durante el largo camino. Personalmente he tenido la suerte de encontrarme durante mi vida con unas cuantas mujeres que admiro. Se trata de personas que acabaron siendo imprescindibles para mí, tanto a nivel profesional como personal. Trabajadoras incansables, creadoras, genias y sobre todo, amigas.

María Bueno. ¿Qué estrategias piensas que nos permiten paliar las necesidades y dificultades en dicho contexto actual?

Monica Mura. Tenemos que dignificar nuestro trabajo y ser fieles a nuestras creaciones. Las tenemos que cuidar, respetar, defender y sobre todo confiar en ellas. Hace tiempo que he entendido que los “noes” son el pan cotidiano del artista. Hay que aprender a rechazar las propuestas que no encajan con nuestros discursos y con nuestros valores y por supuesto, todas aquellas que fomentan las malas prácticas. Al mismo tiempo hay que entender que las convocatorias, los concursos y los premios siguen sus propios intereses, que a menudo van más allá de lo válido, de lo valiosa o acertada que pueda ser una propuesta artística.

Son muchas las trabas que nos encontramos en esta profesión, y en mayor medida siendo mujeres. He visto muchas compañeras caer en el camino por cansancio. La fortaleza de cuerpo y mente es fundamental para que esto no nos pase. Hay que acordarse de auto-cuidarse y cuidar, por lo que, como ya he comentado antes, es imprescindible estar acompañadas por una red de personas de confianza, con las que compartir y confrontarse. Si algo no nos gusta, mejor utilizar nuestra energía para propiciar el cambio, sin dedicar mucho tiempo a la mera queja. Cuando yo, por ejemplo, me enfrento a un problema intento mirarme desde fuera, para abandonar un rol pasivo a los acontecimientos y colocarme en un lugar de acción activa. Si la solución está en mis manos no me corto y lucho por el cambio. Si no puedo sola, pido ayuda.

Por último, a veces cuando y donde menos te lo esperas, se pueden presentar situaciones incómodas. En vez de encontrar la sororidad, a veces chocas con el ego de personas que no son capaces de “domesticar sus emociones menos nobles”.

Por lo tanto, como mujer artista tienes que aprender a encajar y manejar tanto los fracasos como los éxitos. De esta forma, será mucho más fácil sobrellevar el peso de nuestra profesión.

María Bueno. ¿Nos adelantas algo de tus proyectos venideros?

Monica Mura. Gracias a una ayuda concedidas por Cruceiros Paraíso 2021, un capítulo expandido del programa de Residencias del colectivo RPM, viajaré a Francia para encontrarme con dos artistas que admiro: se trata de Chiara Mulas y Serge Pey. Nos seguimos mutuamente desde la distancia, y esta será la ocasión para conocernos personalmente, compartir ideas y experiencias. Estoy segura que será la oportunidad perfecta para vernos y tejer nuevos puentes entre España, Italia y Francia, dando vida a una colaboración que nazca, crezca y se mantenga en el tiempo.

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