María José Aranzasti
Es sumamente placentero sumergirse en la exposición Caleidoscopio de Marta Cárdenas (Donostia, 1944) dentro del II Festival Miradas de Mujeres, pero sobre todo es verdaderamente interesante descubrir el proceso de desarrollo de esta artista, con una larga e importante trayectoria dentro de la figuración y que precisamente por el propio proceso del devenir de su pintura se muestra, desde hace más de una década inmersa en la abstracción.
Para poder comprobar de una manera visual de dónde se nutre esta artista es recomendable indagar y entrar en su blog http://vitrinaignota.blogspot.com.es para comprender sus claves personales: una artista que vuelca sus pulsiones, miradas, sentimientos en cientos de cuadernos de artista, verdaderos talleres de experimentación en los que escribe, dibuja, anota y pinta. Son fundamentales como base de sus obras posteriores. Vemos a través de ellos, cómo la artista desarrolla unas formas geométricas muy coloristas a partir de su observación y de su transformación en anillos, espirales, formas geométricas y gráficas diversas, llenas de movimiento.
Hay que pinchar en el blog en cómo empezó todo para darse cuenta en que siendo una joven adolescente, Marta Cárdenas llevaba el alma de pintora y que ya en la actualidad, llena de sabiduría y quehacer pictórico, tras un largo recorrido profesional, la artista ha sabido encontrar la síntesis en las formas de todo lo que le rodea, le llama la atención o le interesa.
Marta Cárdenas ha tenido mucha influencia de sus exóticos viajes por el mundo, en los que prima siempre una pasión por las culturas primitivas y arcaicas: la oceánica, la cretense, la egipcia, la mesopotámica, la africana, etc.. Es en la India precisamente donde tuvo el gran impacto por el color; al romperse su cámara de fotos, la artista desarrolló un trabajo en sus cuadernos a modo de diario, realizando incluso apuntes en los que registraba todo tipo de anotaciones como vemos perfectamente en la presentación Colores de Kanartaka.
En una fase previa a la de esta muestra, Marta Cárdenas estaba volcada en la obra gráfica, atrapada en el grabado, discurriendo su obra por un entramado geométrico, “cualquier raya que veía, en la pared o en cualquier otro sitio, afirma la artista, despertaba en mí el deseo de desarrollar esa línea, horizontal, en friso… Entonces, empleaba tres o como mucho cuatro colores.” Una fase en la que se concentraban innumerables permutaciones, infinitas combinaciones, con muy pocos elementos en los que la artista desarrollaba su estructura, un lenguaje a modo de diseños de telas como en Panadero con blancos (2006). El mismo modo de hacer que efectuaría en sus series dedicadas a las vidrieras y mamparas.
Ahora en Caleidoscopio, la artista recurre a este nombre porque reconoce que no sabe lo que le va a salir, a estas imágenes que van surgiendo las denomina “sorpresas” y la artista se encarga de desarrollarlas, de “sacarles partido”. Colores exuberantes, intensos y poderosos nos recuerdan efectivamente a culturas tribales, a sabores exóticos, a telas africanas, a cultura aborigen australiana; nos remiten también a terracotas chinas, a estatuas indias, a un sinfín de objetos, de ideas, de sabores, de ritmos…
Esta mirada caleidoscópica viene construida de una manera simple: “cogiendo una cartulina, señala la artista, haciéndole un agujero como el de una lenteja o más grande y luego pasarla por los cuadernos, así van surgiendo luego mis personajes a los que doy vida… Así me sale el maharajá a la europea, señala como un ejemplo la propia Marta.
El espectador siente que la artista se divierte con sus obras, con la creación de sus personajes, como el de esa mujer moderna, elegante y chic o como con el Narigudo. La artista disfruta creando.
Marta Cárdenas mira a su alrededor y de sus imágenes de origen, como las del Rastro madrileño, surgen sus obras: los Zapatos en el mercadillo, las Sartenes y los Tops de baño. Obras en definitiva que son sobresaltos de color, pasión por el lenguaje pictórico, recreaciones de momentos autobiográficos, quizás más bien destellos, a modo de disparos fotográficos, realizados por su mirada caleidoscópica pero siempre en clave pictórica.
Marta Cárdenas, pintora con una sólida formación primero en San Sebastián con Jesús Gallego, después en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, becada por el gobierno francés en París, luego por la Fundación Juan March, gran retratista y excelente pintora del natural y del movimiento, sobre todo en 1984 con su serie dedicada a los animales del zoo de Madrid que ella misma explica en el interesante catálogo “Marta Cárdenas. Dibujos 1960-1995” editado por la Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa. Todo un lujo de catálogo para los que quieran indagar en esta importante y vital etapa a través de las propias reflexiones y vivencias plásticas de la artista.
En la actualidad, ella misma señala que el paisaje al natural, ese desarrollo que había hecho hasta entonces ya no le servía, ya no podía sintetizar más, y sobre todo, ya no le enseñaba nada. “Necesitaba buscar otras posibilidades, añade, hacer otras cosas”, necesitaba elegir otros motivos, como en un principio los barcos por los colores, la ropa tendida y posteriormente los viajes a la India, las culturas de los indios de Sudamérica, del Amazonas, de Nueva Guinea, el interés por el mediterráneo oriental, y fundamentalmente por todo lo arqueológico. Así emprende la artista otra ruta por la senda de lo pictórico y del color, desarrollando formas, combinándolas, superponiéndolas, rellenando y recortando a través del color. Lo que en definitiva le interesa a Marta Cárdenas es seguir aprendiendo, experimentando: crear en suma.
Barras de colores, pasteles, acuarelas acrílicas, óleos en barra, pinturas vinílicas, tintas… Ahora la figuración sale de su propia pintura, personajes y objetos, que surgen de la propia forma, cuestión que nunca hubiera surgido de ninguna manera del natural. Si cuando la artista empezó a pintar, la abstracción le resultaba forzada y tuvo que buscarla en los rincones de los interiores, en ciertos recovecos, en detalles, ahora Marta Cárdenas ha encontrado la abstracción en la formas de las hojas, en todos los lugares y objetos por los que su ojo caleidoscópico se posa. “Así, señala la artista me volví completamente abstracta”.
Marta Cárdenas, Caleidoscopio, Ekain Galeria, Iñigo kalea, 4. Donostia. Hasta el 28 de abril de 2013.