CATACLISMO

DELHY TEJERO, CREACIÓN Y RESISTENCIA VANGUARDISTA

África Cabanillas Casafranca, Vida de Delhy Tejero, Eila Editores, 2023

 

DELHY TEJERO, CREACIÓN Y RESISTENCIA VANGUARDISTA

Amparo Serrano de Haro

Entrevistamos a la historiadora del arte África Cabanillas Casafranca, profesora e investigadora, a propósito de la publicación de su libro Vida de Delhy Tejero, en Eila Editores. Se trata de la primera biografía completa de la pintora Delhy Tejero (Toro, Zamora, 1904-Madrid, 1968), una de las protagonistas de la renovación artística española desde los años treinta hasta finales de los sesenta del siglo XX.

Integrante de la Generación del 27, empezó pronto a hacerse un nombre como pintora, pero la Guerra Civil provocó que, cuando su carrera se estaba consolidando, abandonara el país, viviendo en Italia y Francia —en París—. A su regreso, tuvo que retomar su trayectoria artística en un país con un férrea dictadura, encontrando un difícil equilibrio entre sus principios y el control del Estado, llegando a ser una sobresaliente pintora y muralista y a participar en las exposiciones más importantes de la época.

¿Qué elementos, cualidades o característica de Delhy Tejero y de su obra fueron lo primero que llamaron tu atención y te llevaron a escribir su biografía?

Su determinación por dedicarse a la pintura desde muy joven, de ser una artista profesional. Delhy empezó su formación en Toro, su ciudad natal, y tuvo dificultades para trasladarse a Madrid con el objetivo de estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, el centro de educación artística más prestigioso de la época. Una vez en la capital, debió empezar a trabajar en la ilustración, incluso antes de terminar su formación, ya que necesitaba el dinero para costear sus gastos. Siempre se ganó la vida con su pintura: con la venta de sus cuadros, los encargos —tanto públicos como privados— y los premios, además de con la docencia en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid durante varios años.

También su gran curiosidad y afán de experimentación. A lo largo de su carrera, se dedicó a una gran variedad de medios artísticos: la ilustración, el dibujo, la pintura de caballete y mural. En cuanto a los estilos, empezó con la representación figurativa y fue del regionalismo al art déco, pasando por el tardocubismo y el surrealismo, hasta llegar a la abstracción, lo mismo geométrica que matérica. Y en las técnicas, si solo atendemos a la pintura mural, utilizó métodos tradicionales, como el fresco o el temple, además de otros modernos, por ejemplo, la nitrocelulosa.

 

Delhy Tejero, en su estudio-vivienda del Palacio de la Prensa de Madrid, 1948

 

Delhy Tejero, Moussia, 1954

 

¿Por qué crees que Delhy Tejero es una artista todavía tan desconocida?

La primera razón es que se trata de una pintora muy independiente —no perteneció a ningún grupo— y difícil de clasificar, ya que desarrolló una carrera muy amplia y ecléctica. Se ha hecho mucho hincapié en su dedicación a la ilustración, vinculada al art déco, en la que se volcó, sobre todo, a finales de los años veinte y primera mitad de los treinta, pero su trayectoria artística fue más diversa en muchos aspectos, como acabo de apuntar. Ahora bien esto, por tratarse de una mujer, se ha valorado negativamente y le ha supuesto calificativos como desorientada, insegura o vacilante; mientras que, por el contrario, en el caso de los hombres suele considerarse algo positivo, original o novedoso.

La segunda es que no se exilió con la Guerra Civil. Aunque huyó en 1937 de un país en conflicto que no soportaba, primero, a Italia y, después, a Francia, en agosto de  1939, ante la inminente ocupación de París por los nazis, volvió a España. Entonces tuvo que mantener un difícil equilibrio entre su independencia y la voluntad de control del franquismo. Esto ha hecho que recaiga sobre ella la sospecha, en mayor o menor medida —a mi modo de ver, sin fundamento—, de colaboración con la dictadura, pese a que fue depurada, no perteneció a ninguna de sus instituciones ni hizo nunca “obras franquistas”,  propagandísticas o laudatorias, aunque sí recibió encargos oficiales.

¿Dirías que Delhy Tejero fue una surrealista en algún momento de su carrera? Y, si es así, ¿qué tipo de surrealismo fue el suyo?

Sí, en una parte considerable de su producción artística pueden encontrarse elementos del surrealismo, en particular, la presencia de personajes mágicos y la experimentación con diferentes técnicas, como la decalcomanía. Este es el caso de la serie de las brujas, que hizo a finales de los años veinte y principios de los treinta, unos seres fantásticos, cinco musas o ayudantes, de los que hizo abundantes dibujos, además de trasladarlos a otros materiales: el trapo y el latón. Al representar los lugares misteriosos en los que vivían las brujas en los dibujos, mostró algunas técnicas experimentales, como la decalcomanía, que consiste en aplicar manchas de tinta en un papel que se coloca todavía húmedo encima de otro papel o superficie sobre el que se ejerce una ligera presión hasta transferir dichas imágenes. Cabe la posibilidad de que con esta técnica se adelantase en su creación al pintor Óscar Domínguez, a quien tradicionalmente se atribuye el hallazgo, como una técnica típicamente surrealista por lo que supone de azar.

No obstante, fue durante su estancia en París, entre 1938 y 1939, cuando, con toda probabilidad a través de Remedios Varo —amiga de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando—, entró en contacto con el grupo surrealista con cuya plana mayor expuso en una ocasión, en la célebre muestra El sueño en el arte y la literatura. De la Antigüedad al Surrealismo de la Galería Contemporánea.

Por desgracia, no conservamos casi ninguna obra de este periodo porque antes de volver a España las destruyó. El motivo fue su exagerada convicción en la concepción dual que tenía la teosofía del ser humano —doctrina que Delhy siguió durante este tiempo—, según la cual, el cuerpo era físico y degradante, inferior o animal; frente al espíritu superior y puro. Podemos aproximarnos a lo que pintó entonces a partir de los dibujos que hizo en su diario de 1939 y de trabajos posteriores, de los años cuarenta y cincuenta, influidos por este movimiento, por ejemplo, Las Artes  y La Música, de 1953 y 1954, respectivamente.

 

Delhy Tejero, Las brujas con Delhy Tejero, 1929

 

Delhy Tejero, Las Artes, 1953

 

En tu opinión, el exilio interior que tuvo que vivir Delhy, ¿fue algo que influyó mucho en su obra, poco o nada?

Sin duda, influyó mucho en su obra. Su independencia personal tuvo que desarrollarse dentro de los estrechísimos límites permitidos por el franquismo. Desde su vuelta a España, y aunque fue depurada y separada de su puesto de profesora de Pintura Mural de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid —según su expediente, por su amistad con su profesor más “rojo”, el arquitecto José Luis López-Izquierdo—, recibió encargos oficiales. De profundas creencias religiosas, decoró iglesias y edificios de instituciones benéficas, en concreto, varios comedores infantiles del Auxilio Social. Sin embargo, a modo de “resistencia silenciosa”, no llegó a realizar aquellas comisiones más políticas, como la decoración de una sala del Castillo de la Mota en Medina del Campo (Valladolid), principal escuela de mandos de la Sección Femenina.

Asimismo, se la invitó a muchas exposiciones y concursos públicos, como las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, Bienales e Iberoamericanas, aunque siempre le negaron los premios de mayor prestigio.

No formó parte de los “suyos” y se vio perjudicada por las simpatías que había mostrado con las ideas liberales en su juventud por el mero hecho de dedicarse a la pintura, una actividad cultural por sí misma sospechosa para el franquismo. Más aún, siendo mujer y habiendo formado parte de la renovación artística. Además, en lugar de quedarse durante la Guerra Civil en la España ocupada por los nacionales, salió del país y vivió en Europa, particularmente, en París, símbolo de la resistencia democrática hasta la ocupación nazi y centro de las vanguardias.

¿Cuáles son las aportaciones a la compresión de su vida y obra de sus diarios, Los Cuadernines, publicados por primera vez en 2004, con motivo del centenario de su muerte?

Los Cuadernines son uno de los pocos ejemplos de escritos autobiográficos, diarios o memorias, publicados de mujeres artistas españolas. Entre sus contemporáneas, solo conozco los de Victorina Durán y Manuela Ballester.

En estos diarios, diecinueve libretas —quizá fueran veinte originalmente, pues es probable que una se haya perdido—, que escribió de 1936 hasta casi su muerte en 1968 y que no pensó nunca en publicar, habla muy poco de su trabajo o de arte. Es una especie de desahogo en el que recoge emociones: tristeza, sufrimiento, desilusión, frustración; como ella misma reconoce: “Si siempre escribo mis pequeñas penas, ¿por qué no decir mis pequeños placeres?”

Coincido con la mayoría de los estudiosos de Delhy y las personas que la conocieron en que Los Cuadernines solo reflejan parcialmente su carácter, y que contrasta con lo que representa su pintura: imaginación, alegría, gusto por el juego, el interés por el color… En realidad, la suma de ambos aspectos daría como resultado su personalidad.

 

Delhy Tejero, Los alfileritos, Los Cuadernines, 1936-1968

 

Has investigado y luchado, junto a MAV-Andalucía, por la conservación del mural del vestíbulo del Edificio de Oficinas —el Cubo— de la antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, que Delhy Tejero hizo entre 1965 y 1966, ¿en qué situación se encuentra actualmente?

El mural, formado por varios frisos que recorrían los muros y los pilares, fue desmontado el pasado mes de julio y trasladado al Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico para su restauración. Lamentablemente, esto ha supuesto una transformación radical, total, de la obra y la ruptura de la unidad del conjunto decorativo, tanto en el formato como en el tema, que se había mantenido inalterado desde su colocación hasta ahora, a lo largo de más de cincuenta años.

Además, por el momento, desconocemos el paradero de la mampara que cerraba uno de los lados del vestíbulo, que también diseño Delhy con flores de tabaco, pues, al igual que en otros casos, concibió la obra de una forma global. Tampoco sabemos cómo se va a reubicar el mural una vez que termine su restauración. Seguro que no en su lugar original, puesto que se va a crear una gran plaza pública y abierta, la Plaza Cívica, que incluirá todo el vestíbulo —sus dimensiones serán mucho mayores y estará conectada con la plaza que hay delante de la capilla—.

Delhy Tejero, Conjunto decorativo (mural y mampara) del vestíbulo del Edificio de Oficinas de la Antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 1965-1966

 

Delhy Tejero, Detalle del mural del vestíbulo del Edificio de Oficinas de la Antigua Fábrica de Tabacos de Altadis en Sevilla, 1965-1966

 

 

África Cabanillas Casafranca, Vida de Delhy Tejero, Eila Editores, 2023

 

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