CÓDIGO DE PRÁCTICAS DESEABLES
No se nos ocurre otra forma mejor de empezar el año que proponeros un Código de Prácticas «Deseables» (no nos interesa la etiqueta de «buenas» o «malas») que pueda servirnos de referencia para luchar contra el desequilibrio que persiste entre mujeres y hombres en el sistema del arte.
Nos adherimos así a la propuesta formulada por la Asamblea Permanente de Trabajadoras (Argentina) desde la plataforma Nosotras Proponemos, que reproducimos a continuación (adaptada a nuestro contexto).
Aprovechamos también para seguir recordando a nuestras instituciones culturales que existe una Ley de Igualdad que en su artículo 26 regula «la igualdad en el ámbito de la creación y producción artística e intelectual».
¡Por un sistema del arte más igualitario!
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Compromiso de práctica artística feminista…
…en relación con la estructura del mundo del arte
1. Promovamos, exijamos y respetemos la representación igualitaria en el mundo del arte, tanto en las colecciones de los museos y otras instituciones culturales, como en las colecciones privadas, en las exposiciones colectivas, en los premios (paridad en la selección, los premios y los jurados), en las ferias de arte, en las representaciones internacionales tales como las bienales, en las reproducciones de obras en libros y catálogos colectivos, en las portadas de las revistas, en los porcentajes de artistas en las galerías de arte. Estas son formas de representación que deberían regir todas las artes (también los repertorios en los conciertos y en las artes escénicas, así como en la literatura). Hagamos visibles y desarticulemos las formas desiguales en las que se distribuyen los recursos de financiación y los ingresos (entre géneros, entre los “centros” y “periferias”, entre sectores sociales).
2. Trabajemos por la equidad representativa en los cargos directivos de las instituciones artísticas, educativas y culturales que manejan, deciden y generan políticas en el sector de las artes visuales. Las mujeres generalmente se ubican en los rangos medios, en labores consideradas “femeninas” vinculadas al ámbito patrimonial (restauración, catalogación, conservación) o bien, liderando iniciativas relacionadas con la educación o la dirección de museos de artes decorativas, del traje, entre otros, o museos considerados “menores” en relación con los grandes centros de promoción de las artes. En los paneles o mesas redondas quienes tienen la palabra son predominantemente varones, en el mundo del arte el “estrellato” es masculino. En el ámbito de las organizaciones (no solo en iniciativas comerciales sino también de autogestión y supuesta horizontalidad como las asambleas o los proyectos artísticos), visualicemos y evitemos que nos coloquen en el tradicional puesto de “secretarias”, “administradoras”, “encargadas de prensa” en tanto los varones se ubican en las tareas creativas y de liderazgo. Busquemos trabajar con quienes sienten que todxs pueden hacer y aprender.
3. Seamos conscientes de que las conductas patriarcales no son necesariamente administradas por varones heterosexuales: las mujeres podemos ser extremadamente patriarcales cuando ejercemos el autoritarismo y el maltrato. Lo mismo puede decirse del machismo de la cultura gay: fortalezcamos nuestra alianza con las locas y queers en general a fin de desarticular la misoginia. Hagamos visible cuando nuestros colegas varones guían sus prácticas desde conductas y perspectivas feministas.
4. Analicemos la posición de las mujeres y otros cuerpos feminizados en relación con cuestiones de raza, clase social, edad, geografía, orientación sexual, identidad de género y otros vectores diferenciales, y participemos activamente para subvertir las estadísticas discriminatorias y excluyentes que dominan en el mundo del arte (blanco, de clase media o alta, joven, con contactos en el universo establecido del arte). Promovamos la investigación y demos visibilidad a formas de creación de artistas mujeres de otros grupos sociales y otras culturas. Analicemos y destaquemos la exclusión de las artistas de generaciones intermedias y el fenómeno reciente y creciente del reconocimiento tardío, en el final de la carrera, que en una clara discriminación etaria, la prensa ha denominado como “el tiempo de las abuelas”.
…en relación con las conductas en el mundo del arte
5. Evitemos caer en la trampa de la acusación personal del “mal carácter”: las instituciones y las figuras de poder siempre quieren convencernos de que pedir lo justo, poner límites, pelear por la dignidad de tu trabajo, te vuelve una desubicada, o directamente una “loca”, “histérica” o “problemática”.
6. Cada vez que estemos por criticar, en voz alta o no, a otra mujer, detengámonos a analizar si no estamos ejerciendo un odio aprendido. La misoginia está en el inconsciente colectivo y tenemos que desarmarlo dentro de nosotrxs mismxs. Ante la duda, comparemos: ¿qué pasaría si esto lo estuviera haciendo un hombre?
7. Evitemos desgastarnos en la promoción de la carrera de nuestros compañeros varones antes que en las de las compañeras mujeres. Cultivemos relaciones de trabajo respetuosas e igualitarias con los varones de nuestro medio sin dar lugar a los micromachismos.
8. Siempre que podamos ayudar a que otra mujer tenga más confianza en sí misma, hagámoslo. Si una mujer nos ayuda a fortalecer nuestra confianza, tomémoslo y agradézcamoslo.
9. Evitemos que nos desautoricen desde conductas de superioridad paternalistas e invitemos a la revisión del lenguaje que utilizan nuestros colegas varones para neutralizar nuestros argumentos como equivocados e imponiendo los suyos como verdaderos. Evitemos que nuestros colegas varones nos expliquen o corrijan (mansplaining) asumiendo que nuestros conocimientos o saberes sobre cualquier materia son escasos.
10. No nos intimidemos por el volumen, la gravedad de la voz o la altura de nuestros interlocutores varones. Estas condiciones no equivalen a la razón.
11. No sintamos ni dejemos que nos hagan sentir pudor por los temas que nos interesan y nos involucran: la vergüenza es una de las estrategias patriarcales que acallan nuestra posibilidad de investigarlos.
12. Expresemos frontalmente, en cada oportunidad y a quienes las empleen, el uso de estas estrategias de poder y nuestro desacuerdo.
13. Escuchemos y compartamos experiencias, porque lo personal siempre es político. Fomentemos la amistad entre mujeres. Contra al corporativismo machista, la solidaridad entre mujeres (sororidad).
…en relación con la carrera artística y la creatividad
14. Busquemos crear tanto como podamos. Que no nos asuste la ambición. Crear más es una forma de trabajar por la igualdad de género.
15. Permanezcamos atentas al saqueo de nuestras propias ideas y prácticas artísticas cuando pasan desapercibidas en nuestras manos y cobran notoriedad en las de artistas a los que las instituciones clasifican como varones. Hagamos público cuando esto sucede con la obra de nuestras colegas. Observemos y señalemos que las cualidades atribuidas al arte «femenino» adquieren valor cuando las utilizan artistas varones pero son consideradas arte menor, kitsch, aficionado, infantil o ridículo cuando se aplican a la obra de artistas mujeres.
16. Cuestionemos con claridad el concepto establecido de “carrera artística”, pautado por la dedicación excluyente a la realización de la obra con fines comerciales. Como mujeres sabemos que la continuidad de nuestra obra está condicionada por la maternidad y las tareas de cuidado de los entornos familiares y afectivos que se nos imponen. Hagamos del suspenso y el retorno al hacer artístico un valor específico y relevante en nuestras prácticas. Luchemos por la socialización de las tareas domésticas y de cuidado (que incluyen la escucha, la confidencia y la contención emocional) y cuestionemos la naturalidad con la que se nos asignan y con que las asumimos.
17. Deroguemos el concepto de genio, de maestro y el canon del “arte bueno” regulado desde parámetros patriarcales.
18. Eliminemos la noción de “ojo experto” capaz de entender, casi por gracia divina, qué es la calidad artística.
…sobre el feminismo artístico y la historia del arte feminista
19. No evitemos identificarnos como “artistas feministas” o “historiadoras del arte feministas” cuando en nuestras prácticas confluyen arte, política y activismo feminista. Sintamos el orgullo de denominar o que denominen a nuestras obras como feministas cuando en ellas cuestionamos el sistema hetero-patriarcal dominante.
20. Revisemos y cuestionemos las imágenes estereotipadas de “la mujer” construidas por los discursos patriarcales. Construyamos nuestras propias categorías.
21. Investiguemos la obra de las artistas y de las investigadoras y teóricas mujeres, conectémonos con sus legados, revisemos el poder que en nosotrxs ejercen las genealogías patriarcales y valoremos los saberes de las mujeres.
22. Revisemos nuestros propios sistemas de citas y de principios de autoridad para analizar críticamente la internalización del pensamiento patriarcal en nuestras prácticas.
23. Analicemos el lenguaje patriarcal que domina en la construcción de la historia del arte (con términos tales como genio, manifiesto, maestro) para elaborar otra mirada, otros relatos, otras historias (no una Historia oficial) del arte.
24. En el ámbito educativo, exijamos la inclusión de bibliografía de autoras mujeres (tanto de historia como de teoría), generalmente ausentes de los programas académicos.
25. En las conversaciones con curadorxs, coleccionistas, galeristas u otros agentes del campo del arte, mencionemos a nuestras colegas, hablemos de sus obras. Asistamos a conferencias, leamos entrevistas, investiguemos con interés su trabajo: es una forma eficaz de someter a crítica las genealogías patriarcales dominantes.
26. Nunca nombremos a las artistas mujeres como las mujeres de artistas varones, vinculándolas a genealogías masculinas. En las parejas de artistas, evitemos nombrarla a ella con el nombre y a él con el apellido (Frida y Diego Rivera). La historia del arte se ha construido sobre la marginalización de las mujeres en las parejas de artistas o en las relaciones entre maestros y alumnas. Investiguemos y destaquemos su identidad, trayectoria y el lugar que ocupan en el mapa de la creatividad artística.
27. Demos visibilidad a los sistemas de poder que menosprecian la obra de artistas mujeres y descartan su legitimidad cuando asocian a favores sexuales el reconocimiento de su trabajo.
28. Acudamos a los encuentros y conferencias de mujeres y propongamos sesiones sobre arte y feminismo, llevemos la voz y comparemos lo que sucede en relación con otros ámbitos de la creación y el conocimiento.
29. Analicemos y aprendamos del carácter históricamente colectivo, participativo, colaborativo y solidario del feminismo y de su relación con otras expresiones culturales sojuzgadas, descalificadas u oprimidas.
30. Participemos para que la actual iniciativa de reivindicación de artistas mujeres no reconocidas en su tiempo trascienda el hecho de ser una moda coyuntural y momentánea.
31. Propiciemos la gestión de espacios de creación, conocimiento y circulación del arte colaborativos, participativos y comunitarios, que excedan el ámbito tradicionalmente elitista del arte.
32. Promovamos modos de percepción basados en un pensamiento inclusivo, en los afectos y la equidad, contrapuestos a la ética de la exclusión y el individualismo, valores patriarcales que dominan en la sociedad y en el mundo del arte.
33. Denunciemos públicamente que la exclusión de la obra de las artistas mujeres produce una censura sistémica y sistemática de nuestras sensibilidades, nuestras poéticas y formas de conocimiento, que permanecen silenciadas para lxs receptorxs, quienes a su vez se ven limitadxs a percibir y conocer formas masculinas de ver y estar en el mundo.
…sobre el carácter inclusivo de esta propuesta
34. Propiciemos que la comunidad artística masculina y la comunidad artística en general puedan abrirse a formas de sensibilidad diferentes y no por ello menores.
35. Comprendamos y hagamos comprender a nuestros colegas varones que no es necesario haber sido clasificadx como mujer o de cualquier otro modo para suscribir este compromiso feminista en el mundo del arte. Los principios de equidad y de respeto pueden ser aplicados, predicados y respetados por todxs.
36. Consideremos que el compromiso feminista parte de la experiencia y la conciencia generales acerca de la discriminación y de la opresión (de las mujeres y de otrxs sujetos sociales desjerarquizadxs por razones de clase, de raza, identidad de género u orientación sexual): el feminismo es un momento dialéctico emancipador para todxs.
37. No seamos cómplices de ninguna forma de violencia machista, desde la más visible hasta la más sutil y poco perceptible. Busquemos soluciones no punitivas pero efectivas: nosotras podemos protegernos y proteger nuestros espacios. Estemos para nosotras.